domingo, 26 de enero de 2020

Introducción a la Economía Parte 5: Relación de la Economía con otras Ciencias.

La Economía y la Política: 


La interdependencia entre la economía y la política puede considerarse como secular. En Grecia y en Roma, la economía, la ética y la ciencia política, constituían una rama única y coherente que comprendía estudios sobre la industria y el comercio, la agricultura y los tributos, la esclavitud y la organización psicopolítica, la moneda y el valor, los intereses y los salarios. En la edad media, la organización institucional y el orden político-económico, estudiados por los escolásticos fueron sometidos a un nuevo y extraordinario conjunto de normas de moral práctica, pero todos estaban generalmente cobijados por la ética, la economía y la política.

Posteriormente, del siglo XVI hasta las revoluciones liberales del siglo XVIII, la economía y la política se liberaron de los principios escolásticos y prepararon el terreno para su autonomía científica, pero permanecieron interdependientes como en la actualidad. Esa interdependencia celular entre la economía y la ciencia política provienen de que la política se encarga del estudio de la organización del estado y de las relaciones entre las clases dirigentes y las dirigidas, así como el establecimiento de importantes instituciones sobre las cuales se desarrollaran las actividades económicas. En consecuencia la organización política y la organización económica se vuelven interdependientes: la acción económica se subordina a la estructura política de la sociedad, generalmente determinada por cierto grupo de denominación, mientras que la acción del grupo de denominación política se encuentra muchas veces subordinada a la estructura de los centros que deciden el poder económico.

En el mundo occidental, esa interdependencia entre la economía y la ciencia política se acentuó a partir de la gran de precesión, cuando se transformaron las propias características políticas de la economía basadas en la libre empresa, en función de la nueva orientación intervencionista que modificó la estructura del sistema capitalista. Por otro lado en la agitada década de los treinta la propia ciencia política tomo de la economía los elementos que asegurasen el sostenimiento del régimen en la nación del bloque oriental, reconociéndose definitivamente que el sistema económico fundamentado en la iniciativa privada libre era vital para la continuidad de las tradicionales formas occidentales de organización política. Por el contrario, el bloque socialista se afirmó en la necesidad del estudio integrado de la economía y de la política, pues los elementos básicos de su organización económica solo podían mantenerse a partir de la continuidad y sostenimiento de las formas fundamentales de su estructura política. A si vez una de las instituciones básicas de las economías socialistas es la perfecta yuxtaposición de los poderes económicos y políticos. En estas sociedades se confunden las espinas dorsales de los centros de decisión de esos poderes.

Al lado de sus funcione políticas, y en unión con ellas, el estado socialista ejerce funciones características de la economía, ya que también desempeña la dirección y la administración de todo el sistema empresaria. Por consiguiente, hoy en día –ya sea en las economías liberales del mundo occidental o en las fundamentadas en el socialismo de estado- los sistemas económicos y políticos se encuentran de tal suerte integrados que no tiene sentido el estudio aislado de cada uno de ellos, incluso por que esa conexión no se observa sólo estructuralmente. También los términos coyunturales, la interrelación es bastamente clara: en cualquier sociedad, la inestabilidad de las instituciones políticas conduce fundamentalmente a la inestabilidad económica. Recíprocamente, la estabilidad y el desarrollo económico se alinean entre los factores esenciales que condicionan la estabilidad de los centros de disposición del poder político. 

La Economía y la Sociología: 


Entre la economía y la sociología también hay relaciones estrechas y seculares. P. SOROKIN, conocido psicólogo ruso, muestra su contemporary Sociological Theories que en la antigua Grecia los pensadores clásicos partieron de factores económicos para explicar muchos procesos sociales, mientras que en la Edad Media y en el Renacimiento la mayor parte de los autores cuido del examen conjunto de las interrelaciones entre las luchas sociales y de clase y los intereses económicos. Fue solo a partir del siglo XVIII cuando la economía y la sociología se fragmentaron como departamentos distintos de las ciencias sociales, en respuesta a la especialización científica de la época. Esa fragmentación continuo durante las primeras décadas del siglo XIX, pero a partir de entonces se exigió una mayor intercomunicación entre las dos ramas.

En su Cours d'Économie Politique, de 1828, JEAN BAPTISTE SAY, uno de los más notables teóricos de la economía en Francia, argumentó que el desarrollo de la ciencias económicas debería estar subordinado a la investigación que los economistas deberían llevar a cabo sobre las interrelaciones y la cohesión existente entre las diferentes partes del sistema social. Tal argumento implicaba la reducción de la distancia entre la sociología y la economía. A partir de entonces se ha impuesto la reducción de estas distancias entre las investigaciones de naturaleza económica y sociológica, debido al creciente interés de los economistas por determinados sectores de la realidad social que los sociólogos empezaron a estudiar en forma específica. La integración social, el comportamiento de los grupos, la movilidad, la estratificación, los cambios sociales, la investigación de la condiciones de vida de las comunidades y el examen de los diferentes niveles de la organización y de la cultura de la sociedad, son algunos de los sectores que cayeron dentro del campo de gravitación de la sociología, en función de la necesidad de especialización de cada una de las ramas de las ciencias sociales.

Sin embargo, esos sectores, como tantos otros, a pesar de construir actualmente la razón de ser de la investigación sociológica. Interesa mucho el análisis económico y hacen fluir a la economía con la sociología, definiendo los estrechos lazos que hoy existen entre esas dos disciplinas del conocimiento humano. Tal es la importancia del análisis sociológico que lleva a la perfecta comprensión de la realidad económica y que se ha venido desarrollando desde finales de la segunda guerra mundial entre las ramas de la sociología especial y, con un particular interés, la de la sociología económica; se podría decir, que a partir de entonces, los sociólogos se tornaron en los principales colaboradores de los economistas. Los economistas contemporáneos saben que los móviles psicológicos de naturaleza subjetiva, tan importantes como los factores objetivos que coordinan la actividad económica, son determinados por varios conjuntos de relaciones sociales cuyo análisis interesa directamente a la economía, aunque ellos constituyan el propio objeto de la sociología, la ciencia particular de lo social. 

La Economía y la Historia: 


Además de las interrelaciones con las estructuras políticas y sociales, los problemas económicos, en su mayor parte, también están condicionados por la permanente evolución histórica de las civilizaciones. Es el condicionamiento proporciona un alto grado de interdependencia, en entre la historia y la economía. La investigación histórica se reviste de indiscutible utilidad para el economista, ofreciéndole la necesaria localización, en el tiempo y el espacio, de las actividades humanas de la naturaleza en general y de las correlaciones entre los acondicionamientos, así como de la organización y evolución de lo hechos. Además, aceptando la observación de R. Aron de que actualmente “el sentido último de la historia no deriva nunca de la exclusiva consideración del pasado sino del análisis dinámico de las sociedades” se estrechan cada vez más las relaciones entre la historia y la economía: al sobrepasar los límites de su primitiva jurisdicción, delimitados apenas por el registro sistemático de hechos aislados, el análisis histórico amplió su red de interdependencia en relación con el análisis económico, facilitando al economista el entendimiento del problema del desarrollo en la conexión con el análisis de las nuevas tendencia político-ideológicas de las civilizaciones contemporáneas.

Si bien no se puede afirmar que la investigación histórica sea la principal fuente del análisis económico, se debe reconocer que la economía es altamente auxiliada por la historia, principalmente porque el economista necesita seguir diariamente las rápidas transformaciones culturales que están marcando las civilizaciones de occidente y oriente. Más esto, como observa bien M: NIVEAU, “el economista debe apoyarse en la historia, no solamente para descubrir en ella el pasado, sino también para comprender mejor el presente y anticipar el futuro” Los rápidos cambios en los rumbos de la historia contemporánea parecen estar conduciendo a nuevas condiciones de equilibrio global y por eso interesa al economista, ya que comprenden la propia dinámica de las economías modernas.

Finalmente, entendiéndose la historia como la ciencia de l evolución, el análisis económico solamente podrá establecer un continuo contacto con la dinámica de las sociedades contemporáneas a través de una creciente interrelación con la investigación histórica, especialmente en una época en que la historia se libera de sus tradicionales concepciones y parte hacia los análisis prospectivos, que son de sumo interés para la comprensión de la evolución económica de la actualidad. Las interrelaciones entre la economía y la geografía resultan de una comprobación fundamental: las instituciones económicas, así como las propias formas de organización de la actividad productiva divergente (a veces acentuadamente) de país a país e incluso entre sus diversas regiones. La investigación de esas diferencias, aunque provengan de las características del medio ambiente, es competencia de la geografía, cuyo campo de acción se extiende cada vez más, alejándose del simple registro de los accidentes geomorfológicos y de los fenómenos climáticos, para ocuparse de análisis importantes que interesan mucho a la economía.

Como ejemplos podemos mencionar la recopilación y el análisis de las condiciones geo-económicas de los mercados regionales, la localización de los factores productivos, la distribución demográfica en el espacio geográfico, la descripción y la evaluación de los métodos regionales de producción, el intercambio y las comunicaciones, la composición sectorial de la actividad económica, la eficiencia infraestructural de la economía y las propias formas de organización de las unidades productivas.  

Con esa aplicación de su orientación, la geografía moderna se transformó en una de las áreas del conocimiento que más ha auxiliado la tarea del análisis económico. La geografía económica, particularmente, ha demostrado ser de inestimable utilidad para la política económica, pues esta exige el inventario preciso de los recursos naturales y humanos de la sociedad y no puede prescindir de los análisis geomorfológicos, climatológicos hidrológicos, hidrográficos y biogeográficos que orientan a los planificadores en la distribución regional de los recursos financieros y tecnológicos disponibles, al tener en cuenta su mejor aprovechamiento.

Debido a la tendencias naturales, y a la diversidad tipológica de los recursos de las diferentes regiones, son relativamente pocos, en relación con el conjunto de la fenomenológica económica, los fenómenos que no poseen características regionales o, más precisamente, espaciales .el problema económico fundamental del hombre, se traduce en la lucha contra la escasez, es evidentemente el mismo, tanto en las primitivas aldeas del sudeste asiático, como en las metrópolis mas desarrolladas de la Europa occidental.

Pero, lo que importa al análisis económico son exactamente las diferencias del comportamiento económico, que ciertamente existen en una y otra regiones. Esas diferencias están condicionadas por un gran número de características que la moderna geografía económica investiga y registra, tales como las condiciones del medio, la estructura y evolución demográfica, el régimen de utilización de las modernas conquistas tecnológicas y también los propios sistemas de producción. Eso no quiere decir que la función del geógrafo y del economista se estén confundiendo; en realidad están perfectamente diferenciadas en el mundo contemporáneo. Pero esa diferenciación –que tiene por fundamentos la diversidad de objetos de las dos ciencias- no invalida el régimen de interdependencia que caracteriza cada vez más los análisis de naturaleza geográfica y económica. 

La Economía y el Derecho: 


La actividad económica, además de estar condicionada a las características del espacio geográfico en que se localiza y la evolución de la historia y las modificaciones de las bases institucionales y sociales, también se mantiene ligada a la estructura jurídica del sistema. Esta combinación proporciona un elevado grado de independencia entre el derecho y la economía toda vez que complete a la ley jurídica situar al hombre, a la empresa y a la sociedad, delante del poder político y de la naturaleza, definiendo sus derechos y sus responsabilidades y fijando los límites dentro de los cuales se podría ejercer la libertad de acción en cada uno de esos agentes de la actividad económica. Todos los hechos económicos tienen raíces y condicionamientos que los sitúan también en el área específica del derecho. La acción económica tiene por sujetos a los individuos, a las empresas y al sector gubernamental. Esos tres sujetos definen las tres diferentes esferas de interés, cada una de ellas en conflicto potencial con las otras dos.

La libertad de organización y de competencia de las empresas, así como la libertad de opinión y de actividad económica de los individuos, deben estar permanentemente ajustadas las leyes jurídicas en tal forma que se concilien los interés y las responsabilidades de cada uno. Todos sabemos que ningún orden económico es posible sin que el derecho limite las libertades, en función de responsabilidades recíprocas para solucionar claramente los conflictos potenciales que se observen. Además, con la importancia cada vez mayor que el sector gubernamental ha adquirido en el medio económico, las relaciones entre la ciencia del derecho y de la economía han despertado un interés creciente. Después de la Segunda Guerra Mundial se enriquecieron las experiencias jurídicas sobre la realidad económica.

Francia introdujo el derecho económico dentro del plan de estudios en 1945, a través de BERNARD CHENOT, en la Universidad de París. En Italia, LORENZO MOSSA abrió el camino para el desarrollo de la nueva disciplina, mientras que en Alemania, por las investigaciones de WILHELM HEDEMANN, desde 1920, se venía prestando mayor atención a la interdependencia que debería orientar los conocimientos jurídicos y económicos. Además, es a los juristas alemanes a quien se debe la comprensión exacta del papel que el derecho debe desempeñar en cualquier sistema económico –a través de él se obtiene la sistematización de las energías sociales, sustituyéndolo así, el orden económico natural por el orden económico jurídicamente determinado. Esta situación, que provocó una mayor interrelación entre la economía y el derecho, resultó de cambios que ocurrieron en la propia comprensión del orden económico. Cuando en el siglo XVIII la economía sobresalió como ciencia, los economistas clásicos defendían la primacía del individualismo y del Estado Liberal. Posteriormente, después de la segunda mitad del siglo XIX, y sobre todo después de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial, el estado empezó a aumentar su participación en la actividad económica, reduciendo en esta forma el ámbito de la acción privada y ampliándose el ordenamiento de la actividad económica.

Además de eso, concluye PELSUO DE SUIZA, “se registró el aumento de las instituciones que restringen el poder y la libertad individual de decidir económicamente”. Con la situación del franco liberalismo por el orden económico orientado o dirigido por el sector gubernamental, se amplio la producción legislativa referente a las actividades económicas. Esto hizo que el conocimiento económico y el conocimiento jurídico abandonaran las viejas concepciones que los mantenían alejados para estrechar las relaciones de interdependencia que actualmente los caracterizan. 

La Economía y los Métodos Cuantitativos: 


La economía mantiene también estrechas relaciones con otras ramas del conocimiento que no se sitúan necesariamente en el ámbito de las ciencias sociales. Entre estas se destacan los campos reunidos genéricamente bajo la denominación de métodos cuantitativos, tales como las matemáticas y la estadística. Los métodos cuantitativos han mostrado especial interés por la economía no solo en razón de la necesidad de cuantificar ciertos fenómenos económicos, sino también debido al extraordinario desarrollo de la econometria.

Los modernos modelos macroeconómicos, el desarrollo de la teoría del crecimiento, los análisis de las relaciones intersectoriales, los cálculos exigidos para la planificación de la actividad económica y finalmente la previsión de las fluctuaciones coyunturales son algunos de los factores que han impulsado las interrelaciones entre el análisis económico y los métodos cuantitativos de investigación. R. LIPSEY en un clásico texto An Introduction To Positive Economics muestra que los métodos de cuantificación, sobre todo a través de los instrumentos de análisis estadístico, han desempeñado un doble papel junto al desarrollo de la economía. En primer lugar –anota este autor- los economistas recurren a las observaciones del mundo real cuantificándolas en lo posible para comprobar las teorías económicas elaboradas. En segundo lugar, procuran deducir de los datos recopilados las correlaciones existentes entre las variables económicas relevantes, recurriendo así a la estadística para desarrollar nuevos principios subyacentes a la realidad.

Como la economía no es una ciencia experimental de laboratorio, se vale de las técnicas del análisis estadístico que hacen posible la comprobación de la falsedad o la veracidad de las hipótesis teóricas formuladas, a partir de un número suficiente de observaciones. Paralelamente, los economistas también recurren a las matemáticas como uno de sus instrumentos auxiliares de trabajo. Siendo cuantificables, las observaciones económicas pueden ser presentadas y analizadas a través de modelos matemáticos. A pesar de que estos no puedan ser interpretados con el rigor de las fórmulas desarrolladas en el campo de las ciencias experimentales, generalmente bastantes útiles como medios de representación de la realidad y proyección de los resultados que los economistas esperan obtener cuando desarrollan actividades para modificar esa misma realidad. 


sábado, 25 de enero de 2020

Introducción a la Economía Parte 4: Breve Introducción a la Microeconomía

INTRODUCCIÓN A LA MICROECONOMÍA 


La microeconomía se inclina fundamentalmente hacia: Las unidades individuales de la economía, como el consumidor y la empresa, consideradas aisladamente o en agrupaciones homogéneas.  El comportamiento del consumidor: la búsqueda de satisfacción máxima (dada su restricción presupuestaria) y otras motivaciones. 

El comportamiento de la empresa: 

  1. La búsqueda de la utilidad máxima (dadas las estructuras de costos y la actuación de competencia) y otras motivaciones. 
  2. La estructura de los mecanismos de funcionamiento de los mercados. Las conformaciones básicas de la oferta y la demanda, consideradas microscópicamente. 
  3. Las funciones y las imperfecciones de los mercados en la localización exacta de los recursos escasos de la sociedad y en la generación de los productos destinados a satisfacer las necesidades conceptuadas como ilimitadas. 
  4. Los sueldos y salarios pagados en el proceso productivo y el consecuente reparto funcional del ingreso social. 
  5. Los precios de las unidades que generan cada uno de los bienes y servicios que conforman el producto social. 
  6. En enlace entre costos y beneficios privados y el interés mayor del bien común. 

Orígenes de la microeconomía 


El enfoque micro económico se remonta a los primeros autores clásicos, como Smith, Ricardo, Say, Stuart-Mill. A partir del análisis del comportamiento Racionalista del “hombre económico”, tanto productores como consumidores investigaron los mecanismos de funcionamiento y de equilibrio en la economía. Resultado de la filosofía liberal-individualista que prevaleció en la primera mitad del siglo XVIII, la economía clásica profundizó los objetivos maximización de los agentes individuales y los potenciales derivados de la promoción de la riqueza nacional. Los marginalistas retomaron ese mismo enfoque durante el siglo XIX, explicándoles después, a partir de otras vertientes teóricas, Jevons, Menger, Bohm-Bawerk situaron al individuo en el centro de la reflexión económica. Sus motivaciones subjetivas se convirtieron en teoría, y de las decisiones individuales, sustentadas por posturas utilitaristas y hedonistas, se derivaron mecanismos de acción capaces de yuxtaponer los intereses privados a los sociales.

El método fundamental de ese enfoque es deductivo. El nivel de abstracción involucrado es necesariamente alto al investigar categoría de tipo utilidad, valor, satisfacción, indiferencia y bienestar. Por el tipo de desarrollo que le dio origen, la microeconomía se llama también teoría de precios. En el modelo liberal-individualista, muy vinculado a la tradición microeconomía, debido al libre mecanismo del sistema de precios, las acciones individuales de los productores y los consumidores pueden considerarse y articularse al estudiar la formación de los precios, la microeconomía se encamina hacia el estudio de la oferta, de la cual son responsables los productores, y la demanda, depende del comportamiento, motivaciones y reacciones de los consumidores. La microeconomía trata igualmente de los mercados en sus diversas formas y estructuras; examina las condiciones generales del equilibrio de las empresas en cada una de las condiciones competitivas posibles e investiga, en la base del análisis del proceso productivo, los mercados de los recursos de producción y los pagos correspondientes (por ejemplo, los salarios pagados en mercados de trabajo y las utilidades atribuidas a la capacidad empresarial), para finalmente llegar a la teoría de la distribución del ingreso.

A pesar de su enfoque microscópico, la microeconomía se interesó también en el equilibrio general del sistema económico, a partir de la interdependencia de las actividades de los productores, los propietarios de los recursos y los consumidores. La proporción teórica es la tendencia hacia el equilibrio general en una situación del óptimo económico. Por los mecanismos de la libre competencia que se manifiesta en cada mercado, mediante los precios se orientan las acciones convergentes de cada uno de los agentes del proceso económico. Los productores maximizan sus utilidades; los consumidores su satisfacción y los escasos recursos se amplían en la forma más eficaz posible, maximizando tanto el concepto de rentabilidad privada como el de rentabilidad social en su conjunto. El funcionamiento de este sistema corresponde al de un juego no cooperativo preocupante, en el sentido de que cada unidad individual cuida sus propios intereses, sin colocaciones la maximización teórica es tal, en ese concepto de colocación óptima y eficiente, que ninguno de los participantes del sistema puede en un momento dado, mejorar su propia posición sin sacrificar los niveles de satisfacción, también máximos, de otro u otros participantes. 

Aunque la palabra “microeconomía” sea de origen relativamente reciente, el proceso que designa tiene una larga historia de más de un siglo, ya que se ve primero aparecer y más tarde imponer las tesis marginalistas, que son la base de la actual microeconomía. El estudio de la génesis de ciertas nociones esenciales permite con frecuencia conocer mejor su significación, de tal manera que se empezará este capítulo por recordar el procedimiento teórico de los marginalistas, como “padres fundadores” de la microeconomía. A continuación se verá cómo tomó forma definitiva en los años treinta y cuarenta de este siglo, bajo la influencia de circunstancias históricas, pero también por el desarrollo de un cierto número de resultados matemáticos importantes. 

La microeconomia  


Como su nombre lo indica, la microeconomía se propone estudiar el comportamiento económico de las unidades básicas ---micro, indivisible- de la sociedad. Uno de sus postulados esenciales es que tal comportamiento se caracteriza por la racionalidad individual; cada una de las unidades básicas es movida sólo por el deseo de maximizar su placer o su beneficio, habida cuenta de sus recursos disponibles. Para lograr tal objetivo, los individuos -es decir, las unidades básicas de la economía- procurarán efectuar intercambios tanto para el consumo como para la producción. 

Los intercambios indican la existencia de relaciones interindividuales; el microeconomista debe otorgar una atención muy particular a tales relaciones y, muy especialmente al marco en el cual estas se desarrollan, marco que puede tomar formas muy distintas; ahora, tales relaciones se traducen en modelos. Es así como cada modelo microeconómico corresponde a una forma de organización social precisa, considerada por algunos como una representación simplificada, depurada de sociedades existentes, en tanto que otros ven mas bien en los modelos el esbozo de sociedades ideales, que pueden incluso servir de norma para la implementación de políticas económicas. 

Microeconomía y Matemáticas 


La hipótesis de racionalidad conduce de un lado, a la búsqueda del máximo de ciertas funciones que traducen los objetivos de los individuos; por otro lado los modelos microeconómicos toman la forma de conjunto de relaciones matemáticas, tanto más complejas en la medida que el número de individuos y de bienes es mayor. Sin embargo, no es la “solución” de los modelos lo que nos va a interesar sino su explicación; dicho de otra manera, se buscará ante todo precisar el significado económico, evitando el recurso a los símbolos matemáticos, en tanto éstos sólo transcriben en un lenguaje particular conceptos que tienen contenido “económico” accesible de manera intuitiva. Se procederá de la misma manera con los resultados de los modelos, a los cuales se le puede dar un significado preciso, aunque se obtengan por deducción pura. De esta manera se espera llegar a dos tipos de interesados: 
  1. El público de los “no iniciados”, esto es, quienes no estudian ciencias económicas o de gestión, pero que pretenden conocer más sobre entre las cuales la microeconomía ocupa hoy un lugar las teorías económicas preponderante. 
  2. El público de estudiantes en ciencias económicas y de gestión, que a causa de la presentación matemática, con frecuencia no le ve contenido a la microeconomía, a tal punto de sólo ver en ésta un conjunto de métodos de cálculo sin ninguna significación. 

Microeconomía y macroeconomía 


Desde hace algunos decenios, -más o menos desde la década del cincuenta- se acostumbra, al menos al seno de la corriente económica dominante, establecer una distinción entre microeconomía y macroeconomía; la primera toma como punto de partida los comportamientos individuales, mientras que la segunda adopta de entrada el punto de vista global razonando sobre agregados como el ingreso nacional, el producto interno, la masa monetaria etc. Es evidente que tal ruptura, debido tanto a circunstancias históricas como divergencias de orden teórico, no es muy satisfactoria; se ha hecho sentir la necesidad de establecer un “puente” entre ellas.

No obstante esta pretensión se ha tornado un imposible, en tanto los puntos de partida son opuestos (en un caso se va de la parte al todo en el otro del todo a la parte); ahora, actualmente, se ha dado la prioridad al enfoque microeconómico, en lo que se ha dado en llamar los fundamentos microeconómicos de la macroeconomía. Incluso si hubiese reservas sobre lo adecuado de este procedimiento, no se puede negar que contribuye mucho a hacer de la microeconomía el “núcleo duro” de la teoría económica dominante denominada “neoclásica”. De ahí la necesidad de conocer bien los partidarios y los logros de esta teoría, sobre los cuales esta obra se propone entregar una visión sintética. 

lunes, 20 de enero de 2020

Introducción a la Economía Parte 3: Conceptos Básicos de Economía

CONCEPTOS BASICOS 


Economía. 


Es la ciencia que se ocupa de la manera en que se administran unos recursos que son escasos, con objeto de producir bienes y servicios, y distribuirlos para su consumo entre los miembros de una sociedad. 

Microeconomía.


Es una rama de la economía, que se concentra en el estudio del comportamiento de agentes individuales, por oposición a la macroeconomía, que estudia el comportamiento de agregados. El objeto de estudio de la microeconomía es en general individuos, familias y empresas. Se considera a la microeconomía como el estudio de la asignación de recursos escasos entre finalidades alternativas. Uno de los objetivos de la microeconomía es analizar los mecanismos que establecen los precios relativos de los bienes y factores, así como los efectos de las diferentes instituciones en variables claves como los precios de mercado, cantidades comerciadas y beneficios de las empresas y de los consumidores. Las instituciones que analiza la microeconomía pueden ser diferentes organizaciones de mercado (competencia perfecta, monopolio, oligopolio, etc.), los efectos de los diferentes tipos de impuesto, etc. 

Macroeconómica.


La macroeconomía es la rama de la economía que estudia el comportamiento de agregados, por oposición a la microeconomía, que estudia unidades individuales. Las variables que usualmente estudia la macroeconomía son el nivel de renta nacional, el consumo, el ahorro, la inversión, la inflación, el tipo de cambio, etc. Estos elementos de los que se encarga la macroeconomía, están en realidad compuestas por otros elementos individuales. Por ejemplo, la inversión nacional se forma por la inversión de cada una de las empresas y del gobierno. Los índices de precios intentan reflejar la variación del promedio de precios de toda la economía. Existe una estrecha relación entre la macroeconomía y la microeconomía. Se podría pensar, que la macroeconomía parte de la microeconomía en el sentido que todos los agregados están compuestos de unidades individuales, entonces, agregando comportamientos microeconómicos se podría llegar al comportamiento macroeconómico. Sin embargo, esta agregación suele no realizarse debido a que, por un lado, existe una gran cantidad de elementos heterogéneos a agregar, y por el otro, debido a que el comportamiento de los agregados no se obtiene de la suma de los comportamientos de las partes ("El todo no es la suma de las partes").

Entonces, la macroeconomía realiza supuestos simplificadores y así evita la agregación de elementos individuales. Por ejemplo, se suele considerar una función de utilidad de la sociedad como un todo, ya que las funciones de utilidad usualmente son ordinales y es teóricamente imposible agregar este tipo de funciones. Otro ejemplo es considerar una función consumo agregado del tipo C=a+b*Y, sin tener en cuenta cuál es el consumo individual. Sin embargo, en los últimos tiempos, hay una tendencia a incorporar elementos micro económicos dentro de los elementos macroeconómicos. Este ejercicio suele requerir de la elección cuidadosa de los supuestos en los que se basa el modelo, pero, según algunos economistas, le otorgan una mayor consistencia lógica al modelo. Ingreso.- Cuando el ingreso proviene de actividades productivas, se puede clasificar en varios tipos: Ingreso marginal: Generado por el aumento de la producción en una unidad. Ingreso medio: Ingreso que se obtiene, en promedio, por cada unidad de producto vendida; es decir, es el ingreso total dividido en el total de unidades vendidas. Ingreso del producto marginal: Ingreso generado por la utilización de una unidad adicional de algún factor de producción (trabajo, capital), por ejemplo, la utilización de un trabajador más, etc.

En general, las personas, las familias, las empresas, etc., buscan aumentar sus ingresos. Si éstos se elevan, su consumo y su ahorro pueden aumentar, llevando, en muchos casos, a un mejor nivel de vida y de bienestar. Los Estados también reciben ingresos, llamados ingresos públicos. El Estado recibe ingresos por el cobro de impuestos, por la venta de bienes producidos por empresas públicas, por utilidades que generan éstas mismas, por ventas o alquileres de propiedades, por multas impuestas, por emisión de bonos u obtención de créditos, entre otros. Cuando los ingresos provienen de impuestos se denominan ingresos tributarios, por el contrario, cuando provienen de fuentes distintas a los impuestos se denominan ingresos no tributarios. Con los ingresos, los gobiernos pueden realizar sus gastos, sus inversiones, etc. Los ingresos también pueden clasificarse en ordinarios y extraordinarios. Los ingresos ordinarios son aquellos que se obtienen de forma habitual y consuetudinaria; por ejemplo el salario de un trabajador que se ocupa en un trabajo estable, o las ventas de una empresa a un cliente que compra periódicamente o de forma habitual.

Los ingresos extraordinarios son aquellos que provienen de acontecimientos especiales; por ejemplo un negocio inesperado por parte de una persona o una emisión de bonos por parte de un gobierno. Consumo.- En sentido estricto, consumo es la acción y efecto de consumir o gastar, bien sean productos alimenticios y otros géneros de vida efímera, bien energía, entendiendo por consumir como el hecho de destruir, utilizar comestibles u otros bienes para satisfacer necesidades o deseos, o gastar energía o un producto energético. En términos puramente económicos se entiende por consumo la etapa final del proceso económico, especialmente del productivo, definida como el momento en que un bien o servicio produce alguna utilidad al sujeto consumidor.

En este sentido hay bienes y servicios que directamente se destruyen en el acto del consumo, mientras que con otros lo que sucede es que su consumo consiste en su transformación en otro tipo de bienes o servicios diferentes. El consumo, por tanto, comprende las adquisiciones de bienes y servicios por parte de cualquier sujeto económico (tanto el sector privado como las administraciones públicas). Significa satisfacer las necesidades presentes o futuras y se le considera el último proceso económico. Constituye una actividad de tipo circular en tanto en cuanto que el hombre produce para poder consumir y a su vez el consumo genera producción.  

Ahorro.


La diferencia entre el ingreso disponible y el consumo efectuado por una persona, una empresa, etc. El ingreso de una persona, de una familia o de una empresa es la cantidad de dinero que ésta recibe por realizar una actividad determinada remunerable (negocio, trabajo, venta de productos, etc.). El Ahorro = Ingreso disponible - gastos El ahorro se puede clasificar en ahorro privado y en ahorro público. El ahorro privado es aquel que realizan las organizaciones privadas que no pertenecen al Estado (familias, empresas, etc) El ahorro público lo realiza el Estado, el cual también recibe ingresos a través de impuestos y otras actividades, a la vez que gasta en inversión social, en infraestructura (carreteras, puentes, escuelas, hospitales, etc.), en justicia, en seguridad nacional, etc. Cuando el Estado ahorra quiere decir que sus ingresos son mayores que sus gastos y se presenta un superávit fiscal, el caso contrario conduciría a un déficit fiscal. El ahorro nacional es la suma del ahorro público y el privado.

Inversión. 


Es un término con varias acepciones relacionadas con el ahorro, la alocación de capital y el postergamiento del consumo. El término aparece en gestión empresarial, finanzas y en macroeconomía. 

Precio. 


Se denomina precio al valor monetario asignado a un bien o servicio. Conceptualmente, se define como la expresión del valor que se le asigna a un producto o servicio en términos monetarios y de otros parámetros como esfuerzo, atención o tiempo, etc. El precio no es sólo dinero e incluso no es el valor propiamente dicho de un producto tangible o servicio (intangible), sino un conjunto de percepciones y voluntades a cambios de ciertos beneficios reales o percibidos como tales. Muchas veces los beneficios pueden cambiar o dejar de serlo, esto lo vemos en la moda o productos que transmiten status en una sociedad. El trueque es el método por excelencia utilizado para adquirir un producto, pero se entiende el trueque incluso como el intercambio de un producto por dinero. En el mercado libre, el precio se fija mediante la ley de la oferta y la demanda. En el caso de monopolio el precio se fija mediante la curva que maximiza el beneficio de la empresa en función de los costes de producción. A lo largo del tiempo los precios pueden crecer (inflación) o decrecer (deflación).

Estas variaciones se determinan mediante el cálculo del índice de precios, existiendo varios como el denominado Índice de Precios al Consumidor, Índice de Precios de Consumo o Índice de Precios al Consumo (IPC), el (IPI) (Índice de Precios Industriales), etc. El producto o servicio que se intercambia tiene valor para el público en la medida que es capaz de brindarle un beneficio, resolverle un problema, satisfacer una necesidad o cumplirle un deseo; por ello, la palabra clave de esta definición conceptual de precio es valor. Analizar la relación que se da entre el valor y el precio permite identificar la estrategia de precio que a largo plazo puede resultar exitosa para una compañía. El precio puede estudiarse desde dos perspectivas. La del cliente, que lo utiliza como una referencia de valor, y la de la empresa, para la cual significa una herramienta por la que convierte su volumen de ventas en ingresos. 

Inflación.


Es el aumento sostenido y generalizado del nivel de precios de bienes y servicios, medido frente a un poder adquisitivo estable. Se define también como la caída en el valor de mercado o del poder adquisitivo de una moneda en una economía en particular, lo que se diferencia de la devaluación, dado que esta última se refiere a la caída en el valor de la moneda de un país en relación con otra moneda cotizada en los mercados internacionales, como el dólar estadounidense, el euro o el yen.

Devaluación.


Es la reducción del valor nominal de una moneda corriente frente a otras monedas extranjeras. La devaluación de una moneda puede tener muchas causas entre estas por una falta de demanda de la moneda local o una mayor demanda de la moneda extranjera. Lo anterior puede ocurrir por falta de confianza en la economía local, en su estabilidad, en la misma moneda, etc. En un sistema cambiario libre, es decir donde la intervención del banco central es nula o casi nula, la devaluación se conoce como depreciación. 

Desempleo.


Es sinónimo de desocupación o paro. El desempleo está formado por la población activa (en edad de trabajar) que no tiene trabajo. No se debe confundir la población activa con la población inactiva. Existen tres tipos de desempleo (Samuelson) que en economías periféricas suelen ser cuatro (desempleo estacional). Estos tipos de desempleo son el cíclico, el estructural, el friccional y el estacional. 
Escasez.- Es un concepto central en economía. De hecho, la economía neoclásica, la escuela dominante hoy en día, involucra la escasez en su definición. La definición de Lionel Robbins dice que la economía “es una ciencia que estudia el comportamiento humano como la relación entre los fines y los medios escasos que tienen aplicaciones alternativas”. La escasez implica que no pueden conseguirse suficientes recursos para producir lo suficiente como para cubrir todas las necesidades.
Alternativamente, la escasez implica que no pueden conseguirse todos los objetivos de la sociedad a la vez, de manera que debe seguirse una política de prioridades. El concepto de escasez se aplica a todos aquello que es útil. Y por útil se entiende todo aquello que tiene capacidad de satisfacer necesidades humanas. Las sociedades humanas han desarrollado la política para decidir las prioridades y la manera de satisfacerlas. Es probable que ciertos bienes intangibles sigan siendo escasos por la definición o por diseño. Los ejemplos incluyen los premios generados por lo sistemas de honor, la fama y la calidad de miembro de élites. Los bienes intelectuales pueden ser copiados a coste insignificante, y por lo tanto no necesariamente son escasos. Éste es el caso de las producciones culturales bajo la GPL o la licencia Creative Commons. Sin embargo, muchos otros productos son mantenidos artificialmente escasos por leyes de derechos de autor (copyright) o de patentes. 

miércoles, 15 de enero de 2020

Introducción a la Economía Parte 2: Divisiones Principales de la Economía

DIVISIONES PRINCIPALES DE LA ECONOMÍA  


Los conceptos de sentido común, ciencia e ideología, las metodologías básicas de la construcción de la economía y los vínculos entre fundamentos teóricos y propuestas ideológicas son, en conjunto, esenciales para comprender los contenidos y significados de las divisiones principales de la economía. La primera diferencia y la más importante radican entre las expresiones economía positiva y economía normativa. 

Esta diferencia se atribuye a John Neville Keynes, filósofo y renombrado economista político de finales del siglo XIX, padre de John Maynard Keynes, uno de los economistas más importantes de la primera mitad del siglo XX. Sus conocimientos de lo positivo y lo normativo en verdad son resultado del rigor de su pensamiento lógico formal. Aunque a primera vista poco relevante, esa experiencia fundamental es muy importante para el desarrollo científico de la economía. Para Lipsey, autor de un texto de referencia: introducción a la economía positiva, la capacidad de separar los juicios normativos de los positivos debe verse como una de las principales razones del progreso de la economía y también de otras ramas del conocimiento humano. La economía positiva trata la realidad tal como es. La economía normativa considera cambios en esa misma realidad proponiéndole como debe ser.

Esa diferencia se comprenderá mejor por medio de algunos ejemplos. Ese fue el recurso utilizado por Lipsey para fijar la diferencia entre los dos conocimientos. “la afirmación de que la separación del átomo es imposible es una proposición positiva que la ciencia puede confirmar o refutar (como de hecho lo hizo). En cambio, la afirmación los científicos no deben proceder a la separación del átomo es una proposición normativa que implica juicios éticos, dependientes de la posición o política de quien la formuló y que, por ello, no puede ser refutada o confirmada definitivamente, toda vez que depende de juicios de valor personal y subjetivo. La pregunta ¿Cuáles son las medidas que reducen el desempleo y cuáles las que evitan la inflación?, es de naturaleza positiva. 

Es normativa la proposición debemos dar más importancia al desempleo que a la inflación. La pregunta puede ser respondida objetivamente por esquemas conceptuales de la economía. Una simple lista no jerarquizada de las diferentes medidas posibles difícilmente será objeto de controversias. De por si la proposición es normativa y susceptible de controversia: finalmente la proposición opuesta también es admisible. Una u otra dependen de juicios de valor sobre cuestiones involucradas directa o indirectamente con la proposición original. La economía descriptiva y la teoría económica se sitúan preponderantemente en el campo de la economía positiva. La política económica es preponderantemente normativa. 

Aunque las diversas bases de la teoría económica están impregnadas por las ideologías subyacentes a su aparición y desarrollo, buscan establecer verdades científicamente comprobables mediante las metodologías convencionales de la educación y de la inducción, las proposiciones de política económica son: en cuanto a su propia significación, normativas. Involucran necesariamente escuelas fundadas en juicios de valor. Esa simple distinción entre proposiciones normativas y positivas conduce cuestión metodológica relevante: la imposibilidad lógica de deducir afirmaciones positivas de juicios normativos y viceversa. Otro ejemplo simple ayuda a comprender esta cuestión de método. Supóngase que alguien afirme que: 

  1. cuando las tasas de crecimiento de la población son superiores a las de expansión del ingreso nacional en su conjunto, el ingreso per-cápita se reduce; 
  2. la reducción del ingreso per-cápita implica pérdida de poder adquisitivo real de la sociedad, manteniendo los niveles de precios vigentes, y
  3. luego, como es deseable para la administración y el crecimiento poblacional.

Las afirmaciones (1) y (2) son circunstancias, positivas, la proposición (3) es de carácter normativo. No hay entre ellas relaciones lógicas y formales. Las dos primeras no son condiciones suficientes para sustentar la tercera, y esta puede ser justificada por otras razones, diferentes de las dos primeras anotadas.  

Esta salvedad metodológica en economía no aplica la inexistencia de conexiones entre sus divisiones positiva y negativa. Basta examinar las conexiones indicadas en la figura 1.9 para observar que la política económica, aunque se formule a partir de las escuelas que involucran juicios de valor, tienen respaldo de la modificación teórica económica, y es exactamente esta sustentación lo que le confiere un mayor grado de confiabilidad, reduciendo los grados de riesgo y de incertidumbre sobre los efectos esperados, derivados de cursos de acción puestos en práctica. 

Vistas desde este ángulo, las diferentes divisiones en que generalmente se subdivide la economía positiva alientan el proceso político de la escuela de economía normativa. La figura 1.10 se diseñó para evidenciar con más detalle las conexiones existentes entre los dos campos. El desarrollo de los diferentes segmentos de la economía positiva se fundamenta en la división usual entre microeconomía y macroeconomía. 

lunes, 13 de enero de 2020

Introducción a la Economía Parte 1: Introducción al Estudio de la Economía

INTRODUCCIÓN A LA ECONOMÍA


Los asuntos económicos del mundo actual son de una profundidad y de una trascendencia no registrada por la historia en época pasadas. Por primera vez en la historia hay algunas sociedades opulentas sólidamente ricas, pero desencantadas con la calidad de vida que modelaron. Pero hay también, en elevado número, de sociedades atrasadas que se enfrentan al torturante problema de no saber como aumentar sus escasos recursos para reducir la miseria generalizada, en la lucha sin tregua por la supervivencia. De un lado y de otro –en las sociedades opulentas y en las subdesarrolladas– los problemas existentes son de inmensa gravedad. Ante ellos, la ciencia económica no reúne condiciones para encontrar, por si sola, todas la soluciones. Sin embargo, y con muchas esperanzas, esa nueva ciencia podría suministrar un telón de fondo indispensable para su discusión intelectual y provechosa.

Economics and the Public Interest.

RICHARD T. GILL.

Algunas noticias.

La explosión democrática preocupa a las Naciones Unidas. En conferencias mundiales se debate el tema de las materias primas básicas se prevé cosechas escasas: se elevan precios. En los mercados mundiales caen los precios de los principales productos de exportación de América Latina. El desempleo en Santiago se mantiene en niveles promedios inferiores al 5%. Las restricciones impuestas por la comunidad Europea afectan el mercado externo de la carne bovina de Argentina. El gobierno de México pone en práctica nuevas tributarias, se aumenta la carga impositiva en relación con el PNB. La Conferencia Nacional de Industrias deberá examinar la práctica de precios del gobierno Brasileño. Hay una grave falta de liquidez  general en los principales centros financieros de América Latina. Portugal nacionaliza su sistema financiero. Rusia revisa sus planes para intensificar la participación de los bienes de consumo en el producto nacional.

Algunos Problemas Actuales.


El crecimiento democrático avanza a un ritmo vertiginoso: la población mundial se duplica cada treinta años; los actuales 4 mil millones de habitantes del mundo serán 7 mil millones en el siglo XXI, la mayoría de los cuales pertenecerán a las naciones subdesarrolladas; es necesario crear condiciones de vida, medios de subsistencia y nuevos empleos para cada uno de ellos. La economía mundial a presentado un cuadro bastante sombrío, lejos de la crisis económica de 1973, tal vez la más grave afrontada por la comunidad internacional desde el término de la Segunda Guerra Mundial; algunas materias primas escasean; se ignora cuando se sustituirá el petróleo por otros producto, el comercio mundial se resiente por las medidas proteccionales adoptadas por las naciones desarrolladas (para luchar contra el desempleo) y por la naciones subdesarrolladas (con el objeto de acrecentar sus industrias nacientes). La trayectoria de la opulencia de las grandes potencias occidentales no parecen haber producido una mejoría persistente en las condiciones de vida; la destrucción ambiental y la angustia social de los grandes centros urbanos contienen una carga de frustración ciertamente superior a los beneficios materiales del industrialismo.

Por otro lado, en las económicas sociedades de la URSS, de Europa Oriental y de Chile, la civilización de consumo y opulencia ha sido sofocada por rígidos planes estatales que desde hace décadas vienen dando prioridad a las actividades infraestructurales; sin embargo, este comportamiento es igualmente un foco de insatisfacción social, potencializado por un régimen político de opresión. Finalmente a lado de todo esos problemas de gran envergadura, las actividades económicas se han mostrado extraordinariamente sensibles a un conjunto de fluctuaciones coyunturales que han revelado la preocupante fragilidad de los sistemas económicos modernos: las cosechas varían notablemente, el comercio internacional ha sido extremadamente cambiante, la inflación ha alcanzado indistintamente a todas las naciones y los grandes centros financieros han sido constantemente perturbados por destructivas crisis de liquidez.

Algunas Preguntas Frecuentes

  1. ¿Por qué el crecimiento demográfico se acelera tanto? 
  2. ¿En el pasado la población también se duplica en cada generación? 
  3. ¿Cuál es la relación entre el desarrollo y la explosión demográfica? 
  4. ¿Tendrán las naciones, condiciones económicas para producir medios de subsistencia y para generar empleos suficientes para toda la población adicional del futuro? 
  5. ¿Cuál, dentro de los sistemas económicos disponibles y para elevar los niveles de vida? 
  6. ¿El capitalismo liberal de Occidente o el socialismo del Estado? 
  7. ¿Porque el mundo actual está constituido por pocas economías desarrolladas y por un elevado número de naciones económicamente atraídas? 
  8. ¿El subdesarrollo es una situación crónica e irreparable o sus características pueden ser atenuadas y eliminadas? 
  9. ¿Por Qué los precios suben continuamente? ¿Por qué las economías se preocupan por el equilibrio de sus balanzas de pago? Y en fin, ¿Por qué -además de todos los problemas que se encuentran dentro de estas preguntas - todavía no se ha conseguido repartir el ingreso o renta nacional de manera más equitativa y justa?

Todas estas pueden ser respondidas con alguna seguridad por los que se dedican al estudio serio y sistemático de las ciencias económicas. Ellas están muy relacionadas con la mayor parte de los más graves problemas económicos de la actualidad. Estamos casi seguros de que también el hombre común, independientemente del nivel de sus conocimientos, de su profesión, de su edad y de sus inclinaciones políticas, está actualmente tratando de hallar respuestas inteligentes y por lo menos aparentemente lógica para cada una de ellas. Además los asuntos de naturaleza económica han despertado tan creciente interés, que una sola edición de algún diario que enfocara en su lección especializada de economía, o una en otra cualquiera, determinados asuntos relacionados directa o indirectamente con la realidad económica actual.

Pero, al final: 

  1. ¿Tendrían los propios economistas alguna explicación razonable para el creciente interés de la actualidad económica a despertado? ¿Habría razones históricas capaces de justificar? ¿O será sólo algo transitorio, imputable en ese caso a la multiplicidad de problemas económicos contemporáneos?

En esta capítulo inicial, que constituye prácticamente nuestro primer paso, trataremos de encontrar las razones de ese interés. Tal vez encontremos algunas causas (por lo menos aparentes) capaces de explicarlo. En ese caso, ciertamente obtendremos a manera de subproducto, alguna de las razones que justifican la necesidad del estudio sistemático de la economía, a través de un ordenamiento lógico y metódicamente organizado.

Definición de Economía (Una breve perspectiva histórica)


Aunque la fase científica de las ciencias económicas se empezó a desarrollar sólo a partir del siglo XVIII, con el objeto de tener una perspectiva histórica examinaremos las definiciones primitivas de la economía establecida por los filósofos-políticos de Grecia y por los pensadores económicos de Roma del periodo renacentista. Después lo haremos con las definiciones clásicas y las contemporáneas.

Definiciones Primitivas


A pesar de que la historia del pensamiento económico señala que la expresión economía política apareció solo en el siglo XVII con la publicación del Traité de 1 Economie Politique en 1615, del mercantilismo francés ANTOINE DE MONTCHRÉTIEN (1576-1621), hay autores que la atribuyen a ARISTÓTELES (384-322 A.C.).

En verdad, sea que ARISTÓTELES haya empleado o no tal expresión para designar esa ciencia completa que hoy se ocupa del desarrollo, de la inflación de precios, el desempleo, del nivel de la renta social, de las recesiones y de la plena utilización de los escasos recursos del sistema económico, el hecho en que ese insigne discípulo de PLATÓN “es considerado el fundador de muchas ciencias y también -observa J. F. BELL- el primer analista económico”. En su época, la economía era considerada como la ciencia de la administración de la comunidad doméstica. El núcleo central de las ciencias económicas su campo de acción y su definición proviene de la propia etimología de la palabra economía (del griego oikonomia de oikos = casa, nomos = ley). Se trataba, pues, de una rama del conocimiento destinada a abarcar solamente el ámbito comunero de la actividad económica en sus más simples funciones de producción y distribución. Como la habría definido ARISTÓTELES, la economía era “la ciencia   del abastecimientos que trata del arte de adquisición”.
De la Antigüedad al Renacimiento, los asuntos económicos tomaron gradualmente mayor importancia con la aparición de formas de organización más complejas que las del régimen primitivo de las comunidades domésticas. En ese periodo fueron muy discutidos los sistemas de la propiedad territorial, de la servidumbre, de la recaudación tributaria, de la organización de las corporaciones de propietarios, de los artificio y de las fraternidades, de la explotación precapitalistas de las haciendas y también de las materias relacionadas con la exclusividad de mercados, con el comercio interregional, con los gremios y con la acuñación y uso de monedas.
Sin embargo,  el área de la economía solo se ensanchó en el periodo post-renacentista cuando el desarrollo de los nuevos Estados-Nacionales de Francia,  Alemania,  Inglaterra, España y Portugal y,  particularmente,  el descubrimiento de América,  hicieron que el análisis económico se desvinculó de los aspectos puramente éticos, a los cuales se mantenía unido por una especie de cordón umbilical y por los cuales se dejó eclipsar durante largos siglos. En ese nuevo periodo, los escritores mercantilistas desarrollarían diversos estudios sobre la administración de los bienes y rentas del Estado, lo cual hizo que se ampliará en forma extraordinaria el campo de acción de la economía.

En esa nueva fase, debido a la expansión de las áreas del mundo económico y de la consolidación de la figura política del Estado-Nación, la economía pasó a ser considerada algo más que una simple rama del conocimiento dedicada a la administración de la comunidad doméstica. Sus funciones y dimensiones también se ampliaron. En la mayor parte de las obras de los escritores post-renacentistas, la economía se definirá como una rama del conocimiento dirigida esencialmente a la mejor administración del Estado, con el objeto central de promover su fortalecimiento.

Definiciones Clásicas


Ese gran salto no fue definitivo pues sólo en el siglo XVIII fue cuando la economía se desarrollo y entró en su fase científica. En aquel siglo, considerado como la Edad de la Razón o Época de la Ilustración, los investigadores económicos volvieron a formular los principios fundamentales de la economía. Fueron publicadas dos obras importantes: Tableau Economique, de FRANCOIS QUESNAY (1758) y An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations de ADAM SMITH (1776). Basados en las obras de estos dos autores – fundadores de dos importantes escuelas económicas en Francia y en Inglaterra-, los estudiosos de la economía se dedicaron al descubrimiento y al análisis de los principios, las teorías y las leyes aplicables a cada una de las tres grandes divisiones de la actividad económica: creación, distribución y consumo de las riquezas.

Esas tres divisiones constituyeron las bases de una nueva trilogía teórica sobre la cual se fundamentaron las definiciones clásicas de la economía. En ellas se basaron las definiciones del pastor MALTHUS, del financista JOHN LAW, del político STUART MILL, del médico economista FRANCOIS QUESNAY, del banquero RICHARD CANTILLON, del negociante DAVID RICARDO y el teórico JEAN BAPTISTE SAY.  Este último, considerado como uno de los más notables discípulos del clasicismo francés, definió la economía en su Traité d’Economie Politique, publicado en 1803: la economía política hace conocer la naturaleza de la riqueza;  del conocimiento de su naturaleza deduce los procesos de su formación, revela el sistema de su distribución y examina los fenómenos relacionados con su agotamiento, realizado a través del consumo.

De esta manera, las definiciones clásicas de la economía se basaron en las tres divisiones fundamentales de la actividad económica.  De la creación al consumo de las riquezas,  pasando por su distribución, toda la actividad económica fue cuidadosamente clasificada,  investigada y sometida a un complejo y coherente conjunto de principios, teorías y leyes. Esta nueva concepción mostró que las ciencias económicas se liberaron definitivamente de los patrones post-renacentistas sin someterse exclusivamente a los objetivos políticos del Estado.  A raíz de los principios liberales, desarrollados en el siglo XVIII, la economía trato de llegar a cada uno de los aspectos de la actividad económica libre,  investigando los factores relacionados con el proceso de creación de las riquezas, examinando los aspectos relacionados con su distribución, hasta llegar a considerar, como última etapa, la del consumo.

Esta visión más amplia, se adaptó mejor al estilo cientificista del siglo XVIII.  La trilogía (creación, distribución y consumo), por el hecho de abarcar los puntos esenciales de la actividad económica, indujo a profundizar en la investigación científica de la vida económica.  Bajo esas perspectivas, las ciencias económicas experimentaron un extraordinario desarrollo como una rama del conocimiento dirigida a la percepción y al análisis de los temas relacionados con la riqueza.

Definiciones Contemporáneas.


Las definiciones basadas en la clásica trilogía creación, distribución y consumo, prevalecieron hasta las últimas décadas del siglo XIX cuando ALFRED MARSHALL, teórico inglés e ilustre profesor de economía en Cambridge  y responsable de la llamada Síntesis Neoclásica, propuso una nueva orientación conceptual.  En su obra Principles of Economics, editada en 1890, MARSHALL propuso una nueva definición: la economía es la ciencia que examina la parte de la actividad individual y social especialmente consagrada a alcanzar y utilizar las condiciones materiales del bienestar.

Esa definición de MARSHALL, aparentemente simple, es una línea divisoria entre las decisiones clásicas y contemporáneas.  Los clásicos no se ocuparon específicamente de las causas y de las consecuencias, a veces terribles, de las depresiones, de la escasez, y del atraso económico.  Actualmente se atribuye a la economía el análisis de las causas de la prosperidad y de las recepciones, el examen de los problemas propios de la escasez de recursos, teniendo en cuenta las necesidades ilimitadas, y principalmente la investigación de las condiciones necesarias para la universalización del bienestar de los pueblos.

Con la obra fundamental de LIONEL ROBBINS, An Essay on the Nature and Significance of Economic Science, editada en 1932, los problemas de la escasez y de la selección de objetivos, fueron incorporados definitivamente a la nueva definición de economía. “Desde el punto de vista economista- escribió ROBBINS-, las condiciones de la existencia humana presentan tres características fundamentales. Son varios los productos capaces de satisfacer las necesidades humanas. El tiempo y los recursos para lograrlos son limitados, aunque susceptibles de darles usos alternativos.  Como los hombres son criaturas llenas de deseos y aspiraciones ilimitadas, su acción económica implica necesariamente permanentes actos de selección.  Esta es la esencia del problema económico. La conducta asumida por los hombres en la selección de los recursos escasos de que disponen para satisfacer sus necesidades ilimitadas, constituye el último objetivo de la ciencia económica.  Por lo tanto, la economía es la ciencia que estudia las formas del comportamiento humano que resulten de la relación existente entre las necesidades ilimitadas, que deben satisfacer, y los recursos que, aunque escasos, se prestan a usos alternativos”.

La posición de ROBBINS fue reforzada por el despertar de los pueblos subdesarrollados – o sea, por la toma de conciencia de los contrastes existentes entre la opulencia y la miseria. Con eso la economía pasó a ser considerada, en su más simple definición, como la ciencia de la escasez. Los teóricos contemporáneos comprenden más que nunca que alcanzar cualquiera de los objetivos de bienestar, o lograr el desarrollo económico generalizado dependerá principalmente de la mejor administración de los escasos recursos disponibles. Por esa razón, MYRON H. UMBREIT, ELGIN F. HUNT y  CHARLES V. KINTER propusieron: la economía es el estudio de la organización social a través de la cual los  hombres satisfacen sus necesidades de bienes y servicios escasos. Aunque no siempre es fácil demarcar las fronteras que separan la economía de otras disciplinas o campos del conocimiento social, actualmente existe un consejo general en relación con su contenido principal. Al ocuparse de las condiciones que incluye la distribución de los recursos escasos entre necesidades humanas diversas y el uso de esos recursos con el fin de optimizar su satisfacción. (RICHARD H. LEFTWICH).

A continuación se incluyen las definiciones de tres importantes autores contemporáneos.

Paul A. Samuelson: La economía es la ciencia que se ocupa del estudio de las leyes económicas que indican el camino que debe seguirse para mantener un elevado nivel de productividad, mejorar el patrón de vida de la población y emplear correctamente los recursos escasos. 
Raymond Barre: La economía es la ciencia que tiene por objeto la administración de los recursos escasos de que disponen las sociedades humanas: estudia las formas como se comporta el hombre ante difíciles situaciones del mundo exterior ocasionada por la tensión existente entre las necesidades ilimitadas y los medios con que cuentan los agentes de la actividad económica.
Stonier y Hague: Si no hubiese escasez ni necesidad de repartir los bienes entre los hombres, tampoco existirían sistemas económicos ni economía. Fundamentalmente, la economía es el estudio de la escasez y de los problemas que de ella se derivan.

El Objetivo de la Economía (Evolución y Estado Actual)


Simultáneamente con el desarrollo de estas definiciones, la concepción exacta de lo  que es el objeto de la economía, evolucionó históricamente desde las primeras escuelas económicas del siglo XVIII hasta nuestros días.

Para el autor de Wealth of Nations,  el objeto de la economía era el de llevar a cabo investigaciones sobre la naturaleza y los orígenes de la riqueza de las naciones. Esa concepción prevaleció hasta DAVID RICARDO, uno de los más grandes economistas de la escuela clásica inglesa que trato de desviar el objeto de la economía hasta el terreno de las investigaciones sobre la distribución de la riqueza. “La cantidad de riquezas producidas no puede someterse a ninguna ley –escribió RICARDO en 1820-, pero se puede enunciar una ley que se refiera a su reparación satisfactoria. Estoy cada vez más convencido de que lo primero es vano y de que lo segundo es el verdadero objeto de la ciencia económica”.

Para RICARDO, el objeto de la economía debió centralizarse en el estudio de la distribución de la riqueza, mientras que para SMITH  la economía tenía por objeto central el estudio de la creación de la riqueza. Esas dos posiciones básicas, particularmente la de RICARDO, fueron establecidas por los discípulos de la escuela clásica inglesa y de las cuales no se distanciaron sustancialmente los economistas de las demás escuelas  del pensamiento económico que se desarrollaron durante el periodo comprendido entre la aparición de la obra de ADAM SMITH  y la publicación, en 1936, de la Teoría general de JOHN MAYNARD KEYNES.

KEYNES escogió un tercer camino para tratar de demostrar que el objeto de la economía debió centralizarse en la investigación de las fuerzas que gobiernan el volumen de la población y del empleo en su conjunto. 

En cierta manera, KEYNES volvió a uno de los caminos clásicos al colocarse en el plano de la producción; sin embargo superó la producción de ADAM SMITH al tratar específicamente sobre los factores determinantes de las fluctuaciones del ingreso nacional y del volumen del empleo. A partir de la crisis de los años ’30, KEYNES traslado hacia el análisis de las fluctuaciones de la actividad económica el objeto central de la economía. La corrección de los desajustes y desequilibrios era la preocupación fundamental de las ciencias económicas en aquella época.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el objeto de la economía sufrió una nueva revisión. El análisis de las fluctuaciones que prevaleció durante la década de los ’30, dio el paso al examen de las condiciones necesarias para promover el desarrollo económico de las naciones. Al tiempo, los economistas de todo el mundo se dedicaron al estudio de la expansión, de los beneficios del progreso, a toda la colectividad empeñada en obtenerla. En resumen: mientras que los teóricos del siglo XVIII se preocuparon por la creación de la riqueza y los del siglo XIX por su distribución, los economistas modernos prefirieron dedicarse a un doble objetivo. Por un lado, al estudio de las fluctuaciones de la actividad económica y al fomento del desarrollo y, por otro, a las investigaciones sobre la distribución de la riqueza.

La posición más reciente parece ser una síntesis de las actividades de los siglos anteriores. Los economistas contemporáneos se preocupan por la riqueza, y por su desarrollo, con el mismo empeño con que se dedican a los asuntos relacionados con su distribución. El fomento simultáneo del progreso, y de la distribución satisfactoria de sus frutos, constituye el objeto de la economía moderna. Las fluctuaciones de la actividad económica (a través de la permanente búsqueda del equilibrio general de los niveles del empleo y de los precios), aunque estuvieron completamente desvinculadas de las preocupaciones primordiales de la ciencia económica. Sin embargo el enfoque principal del análisis contemporáneo, particularmente en las economías que aún no se han desarrollado satisfactoriamente, esta dirigido hacia el binomio desarrollo-distribución.

El tratamiento del binomio desarrollo-distribución –como objeto central de la economía contemporánea- se mantiene ligado a la dicotomía recursos escasos y necesidades ilimitadas en que se basan las definiciones contemporáneas de la economía. La ansiedad desarrollo está formalmente ligada al aprovechamiento óptimo de los recursos escasos disponibles.  Además, la mayor eficiencia en el manejo de distribución está relacionada con la expansión de los frutos del desarrollo hacia las diversas clases sociales interesadas en promoverlo; esto equivale a una interrelación formal entre la distribución y las necesidades ilimitadas en el sentido de que estas últimas pueden ser atendidas progresivamente a medida que el proceso de distribución de la riqueza sea más igualitario.

Por consiguiente, existen nexos formales entre los orígenes de las definiciones contemporáneas y los fundamentos del binomio que parece constituirse en el objeto de la economía.  

viernes, 10 de enero de 2020

La teoría económica del crecimiento

La teoría económica del crecimiento

(Este texto ha sido copiado literalmente del original creado por: David Anisi) 

Universidad de Salamanca 

A modo de presentación 

En Teoría Económica, al comienzo del Siglo XXI, basta con hacer tres preguntas a un grupo de economistas para, según las respuestas, establecer claramente las escuelas de pensamiento a las que pertenecen. Si el tema fuese "Crecimiento Económico" las preguntas serían: ¿Basta el estudio del funcionamiento del mercado para explicar lo más relevante del Crecimiento Económico? ¿El funcionamiento de los mercados asegurará el uso eficiente de los recursos en el caso del Crecimiento Económico? ¿Se desea corregir los resultados que el mercado proporciona en relación con el Crecimiento Económico? Las tres preguntas hacen referencia a un sistema de creencias, pero mientras que las dos primeras se refieren a cómo se cree que son las cosas, la última incide sobre la postura que se debe adoptar. 

Nosotros usaremos las primeras para clasificar y la tercera para evitar una posible confusión. La ortodoxia dominante, entendiendo con ello el núcleo de lo que se enseña en las más prestigiosas universidades de los Estados Unidos de América, contesta con un rotundo SI a las dos preguntas iniciales. La contestación que ofrezca a la tercera nos será, de momento, irrelevante. Esa ortodoxia afirmará que basta estudiar el funcionamiento de los mercados para entender lo más significativo del crecimiento económico, y que del adecuado funcionamiento de los mercados se deducirá el uso eficiente, y particularmente el pleno empleo, de los recursos existentes. La relevancia de los mercados y su equilibrio Consideremos el Cuadro I. En él siempre se parte, y siempre se vuelve, a un recuadro donde aparecen escritas las palabras: Leyes, Mercado y Creencias. Indicamos con eso que en cualquier sociedad moderna los problemas económicos generales y particulares se resuelven bien utilizando las leyes, bien usando el mercado, bien recurriendo a los distintos sistemas valorativos. 

En un fenómeno como el del Crecimiento Económico queda claro que es sumamente relevante tanto el marco legal existente, como el funcionamiento del sistema de precios, y como la referencia al retículo valorativo. En ese marco formulamos la primera de las preguntas: ¿Basta con el estudio de los mercados para entender lo fundamental del desenvolvimiento económico de los países? La respuesta que se ofrezca a esa pregunta separará la literatura del Crecimiento de la del Desarrollo. Responder NO a esa pregunta significa tener que recurrir necesariamente a los entramados legales y valorativos para poder entender eso que denominamos Desarrollo Económico. Contestar SI significa entrar en aquello que conocemos como Crecimiento Económico, donde el mencionado desenvolvimiento económico se examinará exclusivamente bajo la óptica del mercado. Habiendo contestado SI a la primera de las preguntas nos enfrentamos con la segunda: ¿Asegura el funcionamiento de los mercados el uso eficiente de los recursos y en particular el pleno empleo de capital y trabajo?. La respuesta separará las construcciones keynesianas de las neoclásicas 
Un NO significa - Ver Cuadro I - la vuelta a Leyes, Mercados y Creencias, porque tanto el aspecto legal de los presupuestos del Estado y de la intervención pública, como la faceta de creencias que hay tras esa imaginación del futuro a la que denominamos formación de expectativas, resultan elementos básicos a la hora de poder entender, y tratar de solucionar, los problemas de desempleo de capital y trabajo inherentes al funcionamiento de los mercados. La ortodoxia ha contestado SI a esta pregunta, e independientemente de la respuesta que ofrezca a la tercera, se detendrá a explicitar cuál es el mecanismo concreto con el que los mercados logran automáticamente el doble pleno empleo de trabajo y capital. El problema que ha llevado a los keynesianos a contestar NO a la pregunta anterior puede plantearse de forma sencilla: En un sistema económico continuamente se producen máquinas nuevas que incorporan un cambio técnico. En ese mismo sistema, también continuamente, y como resultado de los movimientos migratorios y del crecimiento demográfico, aparecen nuevos individuos con capacidad de trabajar. Es fácil imaginar una tasa de crecimiento económico que proporcione empleo a todos los individuos que pueden y desean trabajar, y es también fácil de imaginar otra tasa de crecimiento que garantice el uso de todas las máquinas. Pero ¿serán iguales esas tasas? Y en relación no con el posible, sino con el crecimiento real: ¿Se igualará este crecimiento a la tasa que garantiza el pleno uso del capital pudiendo aparecer desempleo de trabajo?, ¿O se igualará a la tasa que garantiza el pleno empleo del trabajo dejando posiblemente desempleado el capital? ¿O quizá ni lo uno ni lo otro creciendo a un ritmo que de lugar a desempleo de ambos factores?

El problema no está en encontrar los valores las tasas que garanticen un crecimiento equilibrado sino en hallar, como hace la corriente ortodoxa, unos mecanismos automáticos - ver Cuadro I - que conduzcan precisamente a esas soluciones de equilibrio. Bajo esta concepción ese equilibrio se alcanzará bien por la elección dentro de la variedad de técnicas existentes de aquella que ofrezca la relación más conveniente entre la producción y el capital necesario; bien por el establecimiento de una adecuada tasa de ahorro; bien por las modificaciones en la población potencialmente activa; o bien por la consecución del ritmo más conveniente de progreso técnico. Pero, independientemente del mecanismo de ajuste propuesto, la ortodoxia debe contestar - Ver Cuadro I - a una última pregunta que, como antes dijimos, no nos servirá para matizar la clasificación, sino para evitar una confusión. La vuelta al origen, la apelación a la necesidad de un Estado y un sistema valorativo es común a todas las escuelas, pero la forma en que aparece esa necesidad y, consecuentemente, las demandas que de ese Estado y de ese retículo valorativo se realicen, serán profundamente diferentes. 

El primer regreso en el Cuadro I a la casilla "Leyes, mercado y creencias" es la correspondiente a la literatura del Desarrollo Económico, que señalará al Estado y a los sistemas culturales como elementos básicos e imprescindibles tanto para entender el fenómeno del desarrollo económico como para gestionar su dirección. A continuación el segundo regreso al origen estará protagonizado por los economistas keynesianos quienes propondrán soluciones de política económica absolutamente necesarias para poder obtener el uso eficiente de los recursos. La tercera flecha de regreso del Cuadro I señala a algunos economistas ortodoxos que surgirán intervenciones del Estado y el recurso a Instituciones Valorativas para tratar de corregir los resultados indeseables - pobreza, desigualdad extrema - que el sistema de mercado provoca. Los fundamentalistas del mercado, por último, exigirán un Estado mínimo que defina y defienda los derechos de propiedad, garantice el cumplimiento de los contratos, y provea de los bienes públicos imprescindibles para que el mercado pueda realizar su cometido. 

En Teoría Económica hablamos de periodo clásico como aquel que va desde 1776 con la publicación de La Riqueza de las Naciones de A. Smith hasta 1890, año en el que los Principios de A. Marshall señalan otra forma de enfocar el problema económico. Pues bien ninguno de los autores de este periodo podrían hoy en día explicar en la Universidad ni siquiera los fundamentos más elementales de lo que se considera Teoría del Crecimiento. Sus clases, sin embargo, estarían llenas y serían tan interesantes hoy como pudieron serlo ayer si lo que explicase fuese Desarrollo Económico. El Cuadro I no está confeccionado para clasificar a los autores de ese periodo y probablemente dichos autores tendrían dificultades incluso para entender el significado de las preguntas que en ese Cuadro aparecen. Pero una vez aclarada la intención, la gran mayoría contestaría con un NO rotundo a la primera de las cuestiones aunque pienso que se apresuraron a matizar esa negativa. Estos autores clásicos estudian la economía para poder entender el profundo cambio social que están presenciando. Creen que lo económico es el elemento dinamizador de lo social, y que precisamente dentro de lo económico es el mercado quien ocupa el papel básico en esa dinámica. Pero que sea el mercado el núcleo de los elementos dinamizadores no significa que sea el mercado el único elemento de interés. Precisamente el mercado se estudia para poder explicar el desenvolvimiento económico de las naciones: un proceso continuo de génesis y absorción de productividad donde lo valorativo, lo legal y el propio mercado interactúan y evolucionan. 

La contestación que esos autores clásicos podrían haber dado a la segunda de las cuestiones habría sido diversa y desde luego muy matizada. Si entendieran la pregunta en el sentido de que, en el lenguaje de la época, no pudieran darse crisis de superproducción, la respuesta sería distinta: J.B. Say y D. Ricardo defenderán la existencia de un mecanismo automático que imposibilitaba tales crisis, T.R. Malthus y K. Marx estarían radicalmente en contra. Y de nuevo todos contestaron que SI a la tercera de las preguntas. La Economía Política que todos ellos estudian o enseñan es la base para el diseño de una política económica en su acepción más amplia; entienden el mundo para poder transformarlo. Ese espíritu clásico es el que sigue presente en la literatura del desarrollo económico donde, autores como G. Myrdal o A. Lewis representan en el Siglo XX visiones actualizadas pero con la misma perspectiva que la que mantuvieron los autores clásicos en el Siglo XIX y finales del XVIII. Pero no seguiremos en estas páginas ese atractivo camino. Tendremos que centrarnos en la parte más sustantiva de la política económica y en lo más profundo del debate científico e ideológico que ha caracterizado todo el siglo XX: los límites del mercado. 

El segundo dilema: Say o Keynes 

Siguiendo el camino de la ortodoxia, y habiendo contestado SI a la primera de las preguntas del Cuadro I, nos enfrentamos con la segunda: la que hace referencia a los mecanismos automáticos de generación de equilibrios estables. Ya antes habíamos hecho referencia a que, frente a esta pregunta los propios autores clásicos estaban divididos. Por un lado estaban aquellos que creían en la vigencia de la llamada Ley de Say - que puede formularse como "la oferta crea su propia demanda" - y que en consecuencia las crisis de superproducción carecían de sentido; por otro lado estaban sus detractores. En todo el periodo neoclásico - que iría desde la mencionada publicación de los Principios de A. Marshall en 1870 hasta la difusión de la Teoría General de J.M. Keynes en 1936 - la vigencia de la Ley de Say se vinculó con el funcionamiento correcto de los precios, de tal forma que bastaba con la existencia de mercados flexibles para que estuviera vigente la mencionada Ley. La visión keynesiana acaba con el dominio teórico de la Ley de Say. Con toda la flexibilidad que se quiera dar a los mercados, la existencia de un tiempo histórico, donde el pasado está dado y no se puede cambiar y el futuro es incierto y no se puede conocer, permite que pueda aparecer un desempleo involuntario masivo y persistente. 
La génesis de los modelos de crecimiento: R. Harrod y E. Domar ; R. Solow 

Tres años bastaron para que el problema del desempleo que Keynes había planteado a corto plazo fuese propuesto también a largo plazo por R. Harrod en 1939 y por E. Domar en 1947. Básicamente se planteaban dos cuestiones: la primera era que a largo plazo la inversión no sólo podía ser considerada, como se hacía a corto plazo, generadora de demanda efectiva y creadora de puestos de trabajo, sino que ahora, a largo plazo, al incrementar de forma apreciable el stock de capital, había que considerarla también como generadora de capacidad productiva. Por ello si la "tasa real"- a la que crece efectivamente la economía - resulta inferior a la "natural" - a la que debería crecer para usar todos los recursos laborales - y a la "garantizada" -la necesaria para utilizar toda la capacidad productiva instalada - aparecerá simultáneamente desempleo de trabajo y de capital. Pero adicionalmente, y esta es la segunda de las cuestiones, la señal que envía el mercado muestra el camino contrario al que se debe seguir. Si la tasa de crecimiento real se produce desempleo de trabajo y de capital, ¿Qué empresas a la vista de sus máquinas paradas van a elaborar planes de inversión en nueva maquinaria? Y sin embargo únicamente las máquinas dejarán de coger polvo si colectivamente se fabrican nuevas máquinas que generen la demanda efectiva suficiente como para que las viejas vuelvan a utilizarse. La respuesta neoclásica se retrasó. Veinte años después de la publicación de la Teoría General de Keynes, diecisiete años desde el cuestionamiento de Harrod y casi diez años después del replanteamiento del mismo problema por Domar llegó la respuesta neoclásica en un artículo de R. Solow de 1956 que constituyó la base de la ortodoxia vigente. Este trabajo no se presentó como lo que realmente era: una contestación neoclásica a las dudas keynesianas. Los trabajos iniciales de Solow y sus seguidores aparecieron para dar una explicación a lo que se denominó "el factor residual" o bien "el residuo de Solow". El problema originario, presentado como empírico, se centraba en las fuentes del crecimiento económico. Diversos autores encontraron que ese crecimiento no podría explicarse recurriendo exclusivamente a la acumulación de trabajo y de capital y que debía darse entrada a una nueva variable, que sería el progreso técnico. Para diseñar un marco analítico donde analizar este fenómeno Solow presentó un modelo en el que el pleno empleo del trabajo se daba por supuesto, y en el que recurriendo a la posible elección entre una variedad de técnicas, siempre era posible encontrar una solución en la que, en términos de los viejos planteamientos de Harrod, la tasa "real" se igualaba a la "natural" y a la "garantizada". El problema keynesiano había desaparecido. 
Los mecanismos de ajuste 

Acuerdos entre keynesianos y neoclásicos

La respuesta SI de la escuela neoclásica a la segunda pregunta supone la posibilidad de que las tres tasas - "real", "natural y "garantizada" - coincidan, y que además a esa coincidencia se llegue de forma automática. La corriente mayoritaria afirmará que dada la variedad de tecnologías existentes siempre se podrá encontrar una que evite el problema planteado. Pero el ajuste entre las tasas también se podrá dar recurriendo a cambios en la tasa de ahorro, esto es en el ritmo con el que se incorporan nuevas máquinas al sistema, o mediante modificaciones en la población que hagan variar el ritmo de incorporación de los individuos al "mercado de trabajo". Por último y dado que la creación de puestos de trabajo es un resultado del crecimiento de la producción y del ritmo de crecimiento de la productividad, si se mueve convenientemente este último se logrará hacer frente a cualquier tasa de crecimiento demográfico. Este tipo de ajuste- en el que la tasa de variación del progreso técnico es un resultado del crecimiento demográfico, de la tasa de ahorro y de la técnica utilizada - modelos de crecimiento endógeno - pugna en la actualidad con el recurso a la variedad de técnicas para ocupar el papel central dentro de las soluciones ortodoxas a los problemas del crecimiento económico. De todos los mecanismos de ajuste neoclásicos éste es precisamente el único que verdaderamente ofrece una explicación del crecimiento económico, ya que en última instancia la renta per capita de cualquier población depende del valor de la productividad y el crecimiento de esa renta per cápita sólo es posible de forma continua y prolongada si se incrementa, también de forma continua y prolongada, el valor de la productividad. En los otros procesos de ajuste, ya sea el de la variedad, ya sea el de la población, ya sea el del ahorro, la tasa de variación de la productividad se determinaba de forma exógena, es decir ajena al modelo. En los modelos de crecimiento endógeno, como la propia expresión indica, la tasa de variación de la productividad queda determinada, esto es "explicada", dentro del modelo. 

Acuerdos entre keynesianos y neoclásicos 

Dado que, como decíamos, la elevación permanente de la renta per capita sólo puede sustentarse en un también aumento permanente de la productividad, si lo que nos interesa es el crecimiento de esa productividad, dentro de las teorías económicas del crecimiento sólo existen dos que nos proporcionen una información relevante: El modelo al que nos hemos referido como Harrod- Domar nos informa de los límites a ese incremento de la productividad y de la dificultad de alcanzarlos y mantenerlos; los modelos neoclásicos de crecimiento endógeno nos indican cuáles son las variables que inciden en esa mejora creciente de la productividad. El planteamiento de Harrod y Domar y de los seguidores keynesianos nos indicaría que si realizamos las políticas económicas para mantener el pleno empleo del trabajo y el capital, cuanto mayor sea la tasa de ahorro, menor la relación capital producto, y menor también el crecimiento de la población potencialmente activa (y si queremos añadir: y cuanto menor sea la tasa de depreciación) mayor podrá ser el aumento de la productividad y, consecuentemente, del crecimiento tendencial de la renta per capita. 

Los modelos de crecimiento endógeno nos indican la misma relación aunque insistiendo en que al pleno empleo de trabajo y capital se accederá de forma automática siempre que se deje actuar a los mercados. Formulemos entonces los posibles acuerdos: por más afinadas que sean las políticas económicas necesarias (Harrod -Domar) y por más que funcionen a la perfección los mecanismos automáticos, la tasa de crecimiento de la productividad y de aquí la tasa tendencial de crecimiento de la renta per capita sólo podrá ser muy elevada en la medida en que la tasa de ahorro también lo sea, la relación entre el capital existente y el producto obtenido tome valores reducidos, y el ritmo de crecimiento de la población potencialmente activa sea moderado. Para la corriente neoclásica el resultado será automático, y para los keynesianos dependerá de la habilidad en el diseño y uso de la política económica, pero para unos y otros la posibilidad de un elevado crecimiento sostenido de la renta per capita descansa en altas tasas de ahorro, en valores reducidos de la relación capital producto y en magnitudes pequeñas de crecimiento de la población potencialmente activa. Y esto, creo, es un sustancial acuerdo. Estado y comercio exterior En el debate ideológico para el que fueron diseñados en el fondo los modelos, las espadas siguen en alto. 

La intervención de un Estado es absolutamente necesaria, dicen unos, para diseñar una política económica que permita un crecimiento económico sostenido. A ese tipo de crecimiento económico, dicen los otros, se llegará de forma automática precisamente en la medida en que el Estado no interfiera con el mercado. Sin embargo, ya sea porque funcionan los mecanismos automáticos o porque exista una intervención pública constante y hábil, el crecimiento sostenido dependerá de los valores que tome el ahorro, del tipo de tecnología existente y de los aspectos demográficos. ¿Qué podemos extraer desde el punto de vista realista del "desarrollo económico" de los acuerdos establecidos en el "crecimiento económico"? Creo que tanto los modelos originales de Harrod y Domar como en la respuesta neoclásica de Solow, en la medida en que se centraban en problemas esenciales de coordinación económica, se prescinde tanto del sector público como del exterior puesto que su introducción desviaba la atención del problema fundamental. Cuando consideramos la existencia de un sector público y un sector exterior el significado de la "tasa de ahorro" varía. 

Esa tasa de ahorro estará compuesta en este nuevo marco de la tasa de ahorro privado más la tasa de ahorro público (el superávit de ingresos menos gastos) más la tasa de ahorro exterior (el déficit de importaciones sobre exportaciones) Y ahora ese aumento de la tasa de ahorro, que eleva automáticamente la tasa de crecimiento de la productividad en los modelos neoclásicos de crecimiento endógeno, o que con habilidosas políticas económicas también lo permitirían en los modelos keynesianos, cobra su especial relevancia. En países pobres en los que la tasa de ahorro privado es necesariamente muy baja, políticas de ahorro público con altos impuestos en relación con el gasto del Estado, o situaciones de endeudamiento exterior con elevadas importaciones de maquinaria que permitan la mejora tecnológica imprescindible para el incremento estable de la renta per cápita, adquieren todo su sentido. Tales políticas actuarían de forma automática en la concepción neoclásica, pero bajo la perspectiva keynesiana, en cuanto producirían a corto plazo profundas depresiones en la demanda efectiva, tendrían que ser cuidadosamente estudiadas y diseñadas para conseguir su objetivo final. El relieve que adopta nuestro conocimiento una vez que introducimos el sector público o el exterior no parece gustar a los fundamentalistas neoclásicos y así tenemos que advertirlo. Para ellos, dado que a largo plazo tanto el ahorro público como el exterior se anulan dado el requerimiento de equilibrio presupuestario y de la balanza de pagos, únicamente el ahorro privado aparece como elemento potenciador de un crecimiento estable. 

Ahora bien, de la misma forma que un mayor ahorro público que se dedique a una amortización de la deuda o un déficit comercial que llene de productos de lujo importados las casas de los más ricos no tendrá la más mínima influencia en el crecimiento tendencial de la renta per cápita, un mayor déficit público dedicado al pago de sobresueldos a corruptos que colocarán esas sumas en el exterior declinará el bienestar por dos motivos: en primer lugar porque reduce la tasa general de ahorro, y en segundo lugar porque tampoco se traduce en un aumento de la demanda efectiva interior. Sin embargo hay un aumento del gasto público que, aunque tienda a disminuir en un primer impacto el crecimiento de la productividad en cuanto su influencia negativa sobre la tasa de ahorro global, tiende a mejorar ese crecimiento en la medida en que induce una la reducción de la magnitud de la relación capital producto. 

La relación capital producto nos indica precisamente la magnitud necesaria de capital privado para producir una unidad de producto. Y aquí el recurso al conjunto social de leyes, mercado y creencias cobra de nuevo toda su importancia. Comencemos por la última flecha de vuelta al conjunto social original en el Cuadro I. Los gastos en ese Estado mínimo que garantiza la definición y defensa de los derechos de propiedad es un gasto que, aunque con incidencia negativa sobre el ahorro global, puede compensarlo en cuanto minimiza los gastos de capital necesarios para asegurar una producción que no será robada ni expoliada. Y también la penúltima flecha aparece ahora con todo su significado. 

El gasto público dirigido a corregir los elementos más indeseables del funcionamiento automático del mercado reducirá sin duda tasa de ahorro global, pero quedará compensado por la reducción en el capital necesario para reclutar una población sana, educada y pacífica que elevará la eficiencia del trabajo. Como también en el mismo sentido puede interpretarse la flecha keynesiana. El gasto público vinculado al diseño de una política económica que garantice el pleno empleo del trabajo y capital reducirá sin duda la tasa global de ahorro, pero quedará compensado con la reducción del capital necesario para realizar una producción estable que siempre tendrá asegurada su demanda. 

Y por último, bajo la perspectiva del Desarrollo Económico, el gasto público dirigido a la construcción de una sociedad en la que el mercado sólo sea una parte limitada del aspecto económico, reducirá por una parte el ahorro global, pero esa reducción quedará compensada por la disminución en el capital necesario para garantizar una producción que utilizará adecuadamente las infraestructuras y otros recursos públicos, y que estará protegida no por la actuación de un terrible y costoso Estado militar y policial sino por los valores imperantes en el retículo social. Una sociedad en fin articulada en torno a Leyes, Precios y Creencias en la que el mercado será más eficiente porque habrá encontrado su dimensión óptima. 

Bibliografía: Higgins, B: Economic Development, Principles, Problems and Policies, W.W. Norton, New York, 1959. Thirlwall, A.P.:The Nature of Economic Growth, Edward Elgar, Cheltenham, 2002. C.V.-David Anisi es Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad de Salamanca y autor, en Alianza Editorial, de Modelos Económicos, (1984), Tiempo y técnica (1987), Trabajar con red (1988), Jerarquía, Mercado y Valores (1992) y Creadores de escasez (1995)
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