sábado, 12 de julio de 2014

¿Cómo se puede hacer atractivo el producto para los consumidores? II

Compitiendo en calidad


Los tenderos, en especial aquellos que administran las más grandes tiendas, tienen, por lo general, una buena idea de lo que sus clientes desean en términos de calidad. Los clientes no dudarán en decirles si no les gusta un producto y algunas veces les pedirán tener inventarios de marcas que ellos han adquirido en otras partes. Hay que preguntar a los tenderos qué piensan de la calidad de los productos que están vendiendo y si hay algún vacío en el rango de variedades que ofrecen que uno pudiera abastecer. Por ejemplo, las tiendas de las poblaciones pequeñas pueden decir que solamente venden jugo de naranja concentrado porque el jugo en cartones o en botellas plásticas es demasiado costoso para sus clientes. Podrían comentar que estarían en capacidad de vender jugo embotellado si este no fuera tan costoso. Los tenderos de los suburbios de las zonas urbanas pueden decir que los clientes se quejan de la calidad del jugo que ellos venden y que venderían jugo fresco si alguien lo produjera.


También conviene preguntar a los administradores de las tiendas acerca de la relación entre precio y calidad. ¿Cuál de las marcas disponibles se vende mejor? ¿Se debe ello a que el precio es bajo, o a que el producto representa una buena compra por el precio que por él se cobra, o a ambos? Si se planea vender el producto al mismo precio que el de la marca popular podría haber problemas.


Tamaños disponibles en el mercado


Es muy importante investigar a fondo el tamaño en que se venden las unidades del producto de la competencia. Quizás haya que vender los productos propios en unidades similares porque:


             eso es lo que la gente está acostumbrada a comprar;
             ese es el empaque que generalmente está disponible para aquellos tamaños y es extremadamente costoso pedir a los fabricantes de empaques que produzcan un tamaño inusual sólo para el negocio de uno. Solamente las más grandes empresas pueden darse el lujo de hacer esto.


Tal como se anotó antes, los alimentos procesados se venden generalmente en dos o tres tamaños. Un tamaño pequeño puede ser destinado para compras individuales, cuando la gente, estando lejos de casa, desea consumir el producto, y el tamaño grande tiene como destino el uso en el hogar. Los pasabocas, los dulces y caramelos, los jugos, los yogures y el helado son ejemplos de esto. Mientras más pequeño es el envase, mayor es el costo de empaque y manipuleo por unidad de producto. De esta forma, el precio al detal por litro de un envase pequeño de jugo de frutas será casi siempre mayor que el precio al detal por litro de un envase grande. Cuando en el mercado estén disponibles dos diferentes tamaños de un producto habrá que averiguar el interés que tengan las tiendas de mantener inventarios de un nuevo producto en ambos tamaños. Por ejemplo, una tienda puede considerar que podría vender cantidades adicionales del tamaño menor y no del más grande.


Algunos tipos de empaque pueden dar a los agroindustriales la oportunidad de variar el peso del contenido. Una bolsa usada para pasabocas puede aprovecharse normalmente para empacar 50 g del producto, pero frecuentemente hay suficiente espacio para aumentar estehasta 60 g y aún hasta 70 g. De igual forma, también sería posible reducir el contenido a 40 g. Sin embargo, cuando se varía el contenido se debe prestar atención a lo siguiente:


             si el empaque está lleno sólo hasta la mitad es probable que los consumidores se sientan engañados. Si los competidores usan bolsas más pequeñas pero las llenan completamente, es casi seguro que los consumidores compren ese producto, aunque el peso del contenido sea exactamente el mismo. Los fabricantes tienen plena conciencia de no desear parecer como que están engañando a los consumidores. Cuando un producto es dado a asentarse en la caja o envase después de que ha sido empacado (hojuelas de maíz por ejemplo) es usual que los fabricantes incluyan una nota en el paquete como «debido al asentamiento del producto es posible que la caja no parezca llena»
             cada vez que se cambie el peso del contenido será necesario reimprimir la etiqueta a fin de indicar el nuevo peso.


UNA SUGERENCIA


Revise cuidadosamente la información sobre tamaños y continúe verificándola después de que empiece la producción. Las otras empresas pueden cambiar los tamaños que suministran en cualquier momento. Tales cambios se hacen, usualmente, con el fin de evitar tener que elevar el precio. Por ejemplo, una compañía puede estar vendiendo barras de chocolate de 50 g por 50 centavos. Podría ser que a este precio tenga problemas para lograr utilidades y que desee aumentar el precio a 55 centavos. Sin embargo, si eleva el precio:


             la gente puede comprar menos de su producto, y, por el contrario, comprar las barras de chocolate ofrecidas por su competencia;
             es más incómodo para las tiendas dar cambio para una compra de 55 centavos que para una de 50 centavos;
             las máquinas vendedoras tendrán que ser reprogramadas. Más aún, podrían sólo aceptar monedas de 50 centavos;
             es probable que los escolares reciban de sus padres la cantidad de 50 centavos para dinero de bolsillo y en ese caso no podrían comprar un producto que ha elevado su precio a 55 centavos;
             se obligaría a los supermercados a cambiar los precios colocados en los exhibidores.



Como una alternativa a corto plazo, el fabricante puede decidir reducir el tamaño de la barra de chocolate a 45 g. Pocos son los clientes que son dados a notar la diferencia y el precio permanece igual, lo que permite al fabricante recibir mayor utilidad. Algunas veces se sigue esta práctica aunque los clientes noten la diferencia en el contenido de la barra. Por ejemplo, se sabe que con el propósito de mantener sin modificaciones el precio de un paquete o caja de cigarrillos en las máquinas vendedoras los fabricantes extraen uno o dos cigarrillos de cada paquete.