Por todo lo expuesto anteriormente,
si lograr la ventaja competitiva ya era difícil, ahora lo es mucho más. Es por
este motivo por el que Downes y Mui desacreditan el modelo de M. Porter haciendo
constar la aparición de tres nuevas fuerzas adicionales que ejercen una gran
presión sobre el entorno económico. Estas nuevas fuerzas, generadas por la
interacción de la tecnología digital con la economía de Coase, son:
Digitalización, Globalización y Liberalización (o desregulación).
• Digitalización:
Es fácilmente observable que la
potencia de los ordenadores y el ancho de banda disponible hoy en día son lo
suficientemente baratos como para que nos sea imposible no considerarlos. Esto,
que se debe a la ya expuesta Ley de Moore, fuerza a los competidores y al
mercado en general a pasar las actividades basadas en información a redes cada
día más públicas en entornos colaboradores abiertos. Es por este motivo, por el
que se genera una enorme inestabilidad: salen a la luz las reglas de la
industria, así como los principios empresariales. La confusión y el desorden
están garantizados, existiendo incluso la posibilidad de la desaparición de
algunos de estos sectores.
• Globalización:
Ya con la revolución del transporte,
muchas de las empresas que eran consideradas locales, pasaron a expandirse por
todo el mundo. Si a esto le unimos la visión del mundo como una gran red, la
actuación de las empresas en mercados globales se convierte en algo obvio que incluso
puede ocurrir de la noche a la mañana. Por esto, la cadena de negocio en la que
se ven involucrados proveedores y clientes deja de ser una cadena lineal y,
además, los clientes ya no entienden de fronteras a la hora de adquirir sus
productos.
• Liberalización o Desregulación:
El avance hacia la desregulación, en
general, es estimulado por compradores y vendedores con la convicción de que,
debido a la caída en los costes de transacción, el gobierno deja de ser el mejor
regulador para ceder su puesto al mercado libre. Un ejemplo es la banca actual,
en la que en el momento en el que existe un sustituto proveniente de
proveedores desregulados, se dificulta la acción de participantes regulados.
Como explican Downes y Mui en su
libro “Estrategias Digitales para dominar el Mercado”, un claro ejemplo de esta
nueva fuerza se vio en los Estados Unidos a comienzos de 1997. El éxito de
compañías telefónicas que utilizaban líneas permanentes de datos, satélites y
sistemas de callback automáticos para evitar los monopolios locales, condujeron
a las empresas nacionales de telecomunicaciones a firmar pactos entre compañías
para abrir los mercados y reducir los precios. La desregulación fomenta
aparición de nueva competencia así como desarrollo de más tecnología.
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