El siguiente ensayo se fundamenta en la siguiente máxima: La educación debe ser el principio y el fin de cualquier visión de desarrollo.
Desde la orilla del tiempo, precisamente el día previo a la reforma educativa, les escribo esta carta arropado en recuerdos.
En mi lucha constante, permanecí pensativo, en los pliegues de mi nostalgia conservó el aroma de cada instante saboreando, el abecedario cósmico que me permitió decodificar la vida y comprender el deber existencial de continuar la evolución consciencial.
El mecanismo es complejo y simple, se trata de aprender a vivir las últimas consecuencias, sintonizando el punto de intensidad existencial preciso, ese tiempo espacio donde comienza el misterio y desde el cual se percibe la silueta de lo invisible a los ojos, pero alcanzable con la imaginación.
Si la educación no sirve para enseñar el sagrado arte de vivir con plenitud, no vale nada.
Un centro de enseñanza aprendizaje llámese escuela, universidad, colegio, liceo o lo que sea, que no innova permanentemente es un dinosaurio que sólo drena energía; la educación que no es rebelde, definitivamente no sirve.
Cotidianamente contemplamos los resultados de una educación que suprime la creatividad e induce a vivir domesticados y sumisos, aceptando lo inaceptable, resignados a una vida sin sentido, consolándose con el fin de semana y la vacación anual.
¿Jóvenes amaestrados?
No gracias, ninguna domesticación es recomendable.
Precisamos repoblar el planeta de nuevos seres humanos, ellos emergieron de hogares felices y escuelas de sabiduría donde la vida sea la materia más importante.
Seamos fieles a la vida, comencemos a reconciliarnos con la incertidumbre que la caracteriza y el misterio que la envuelve; un fragmento de sueño es suficiente para comenzar: la actualización del abrazo pendiente, la ampliación de los límites que cada uno descubre al despertar su consciencia.
Precisamos docentes rebeldes, profesores y profesoras valientes que se atrevan a empuñar la crítica y dejar de hacerle juego al sistema que nos recomienda resignación.
La revolución capaz de restaurar la humanidad en la especie se llama educación, el aula pasa a ser la vida en cada una de sus circunstancias, porque todo está cargado de enseñanza cuando hemos construido el aprendizaje.
Precisamos docentes reflexivos y críticos, lúcidamente críticos, capaces de inspirar a las nuevas generaciones y manejar las emociones en la perspectiva de aprendizajes imprescindibles, es decir, ayudar a comprender el mundo y la vida.
Precisamos profesores con la visión suficiente como para hacer visualizar un mundo nuevo de la mano de galopantes optimismos y fervientes entusiasmos; descartemos mercaderes que no tienen más objetivos que el lucro, clausurar definitivamente cualquier forma de represión.
Educar es cultivar seres humanos, germinar su potencial evolutivo, despertar su entusiasmo, acompañar su crecimiento; educar es despertar el amor a la vida y, así, prepararse para vivir artísticamente.
Precisamos maestros líderes, con capacidad de guiar a los estudiantes por los paradisiacos senderos del conocimiento que al profundizar se convierte en poder, es decir, en soberanía existencial; precisamos docentes que hayan desarrollado la habilidad de aprender con rapidez lo nuevo, porque vivimos tiempos de cambio y obsolescencia; docentes que sepan adaptarse a lo nuevo, que hayan aprendido a fluir descomplicadamente, que sepan cuestionar y cuestionarse, docentes soñadores y, al mismo tiempo, con capacidad práctica, porque lo imposible es posible cuando desenfundar la creatividad.
Precisamos maestros que disfruten de enseñar, que induzcan a soñar, que sean especialistas en enfrentar retos, porque en la vida no hay problemas, hay desafíos que abordados con creatividad pueden formarnos y otorgarnos momentos de placer; precisamos docentes comprometidos con su propio crecimiento, con el despertar de sus estudiantes y con la gestación de un mundo nuevo, profesores que hayan llegado al punto de comprender que no podemos continuar siendo peones del absurdo, cómplices del sinsentido y socios de la destrucción de las nuevas generaciones; precisamos docentes críticos, pero motivadores que ayuden a sus aprendices a discernir y fomenten el espíritu crítico, profesores que tengan tiempo para ser felices, para vivir bien y valor para boicotear a un sistema nefasto que fabrica zombies consumistas y sin capacidad de soñar; precisamos profesores con la actitud adecuada, con el liderazgo integral y el comportamiento deslizándose por el sendero de la conferencia y la presencia plena.
No sé si será fácil o difícil, sé que es necesario y, a la manera de Diógenes, salgo a la calle lámpara en mano buscando auténticos educadores que tengan la mente abierta y la humildad precisa para repensar lo que están haciendo y desaprender lo innecesario.
Está claro que abundan los docentes obedientes y conformistas, los que hicieron de la mediocridad su zona de confort, los que se resignan a seguir el libreto y creen que el destino está escrito de antemano.
Nosotros buscamos en la oscuridad de esta civilización luciérnagas que enciendan la luz de la actitud crítica, profesores especializados en el arte de vivir bien, capaces de envolver la volátil información en didácticas inolvidables, de manera que el impacto que dejen en las mentes juveniles sea tan profundo que su palabra oriente y su enseñanza inspire.
Precisamos docentes rebeldes, fuertes desde su sensibilidad, coherentes para vestirse de poder, humildes para seguir aprendiendo, solidarios para disfrutar de compartir; docentes de felicidad contagiosa y militante ternura.
Es con ellos que decidimos tejer sueños multicolores y esperanzas color arcoíris y apartándose del libreto, compartir semillas de vida, claves de nuevos amaneceres y todo lo necesario para revolucionar vidas, despertando conciencias.
El futuro ya ha llegado, nuestra música es de momento inaudible para los sordos, nuestra escuela invisible para los ciegos; hemos venido a rescatar la vida, luego de encontrarla tiritando a la intemperie.
Un requisito adicional: estar dispuestos a disfrutar de todo el itinerario, la idea es alcanzar la meta, pero si recién las nuevas generaciones serán las que cosechen los frutos de una nueva educación, enhorabuena, el placer de hacerlo, es recompensa anticipada.
¿Estás preparado para este nuevo viaje? Esto apenas, comienza y no va a quedar así?.
